¿Es inútil dice usted?

El placer y la naturaleza humana

Reflexiones sobre El jugador de Fiódor Dostoievski

"El placer es siempre útil y un poder despótico, sin límites —aunque ejercido sobre una mosca—, es también una especie de placer. El hombre es déspota por naturaleza."

No son muchos los escritores que han logrado comprender, con todos sus matices, la naturaleza humana. Sin lugar a duda, Dostoievski es uno de ellos. En cada una de sus novelas, se ha encargado de construir meticulosamente maravillosos abanicos de personajes que representan las mayores pasiones, tormentos y contradicciones del ser.

El jugador: una puerta a la literatura rusa

El jugador es una novela corta plagada de pasiones amorosas y de juego. Dostoievski nos presenta a Alekséi Ivanovich, joven tutor afectado por una profunda adicción a la ruleta y por su obsesión con la enigmática Polina Aleksándrova, hijastra de un general ruso.

Por un lado, Alekséi nos envuelve con la clásica psicología del ludópata, mediante frases como:

“¿Y por qué el juego habrá de ser peor que cualquier otro medio de procurarse dinero, por ejemplo, el comercio? Una cosa es cierta: que de cada ciento gana uno. Pero eso, ¿a mí qué me importa?”

Por otro lado, Dostoievski nos muestra lo que sucede tras bambalinas: la realidad decadente, alienada y descontrolada que agobia al cínico Alekséi.

Un punto de partida ideal

Personalmente, considero que esta es una gran novela para adentrarse en el universo de, para algunos, el escritor ruso por excelencia. Sus tintes autobiográficos —Dostoievski mismo sufría por su adicción al juego— y su exquisito uso del humor para retratar situaciones absurdas hacen de esta novela una puerta de entrada ideal a la literatura rusa.

Cabe destacar que la obra literaria rusa es de alta intensidad emocional: los pensamientos y sensaciones de los protagonistas son descritos con una precisión quirúrgica, puesto que la condición humana, en toda su complejidad, es el tópico central de interés para varios de estos escritores.

Un dato curioso

Esta novela fue escrita en menos de un mes. Dostoievski se encontraba sumergido en deudas y debía terminarla rápidamente para conseguir algo de dinero. Es por esto que aquí no encontraremos una novela tan ambiciosa, barroca ni capital del escritor. Sin embargo, esto no le quita excelencia a la obra, sino que lo consagra como uno de los más grandes escritores de todos los tiempos.